Recuerdo que cuando vi por primera vez los carteles del Laberinto del Fauno no tenía ni idea de qué iba el argumento. Pensaba que sería una película típica orientada al público más bien infantil como aquella lejana Laberinto, con David Bowie y una jovencísima Jennifer Connelly. Cuando llevaba 10 minutos de película supe que estaba equivocado.
Las críticas tan favorables que escuchaba de la gente me convencieron para ir a una sala de cine y comprobar por mí mismo qué ofrecía el metraje en cuestión, y lo que encontré fue una obra muy madura y muy inteligente ambientada a caballo en la España de la guerra civil y un mundo onírico en el que de vez en cuando se pierde la galardonada con un Goya Ivana Baquero. El grueso del argumento circula en torno a un capitán del ejercito fascista (impresionante Sergi López) casado con una joven viuda madre de una niña que parece ver lo que otros no pueden, que por azares de la guerra se mudan a un cuartel situado en un bosque, emplazamiento militar del ejército Nacional. Allí la niña recibirá la visita de un Fauno del bosque que le encomendará varias misiones que deberá ir cumpliendo, lo que le sirve de escape a una vida cotidiana en la que odia a su padrastro y en el que ve como la vida de su madre se va apagando. Esta historia junto con la de los frecuentes ataques que sufre el cuartel por parte del ejército republicano se irán mezclando hasta que llega la última prueba de la niña y ambas chocan en el final de la película.
En el reparto encontramos a viejos conocidos del cine español como Maribel Verdú, Alex Angulo y Ariadna Gil, que demuestran que en España hay buen material para realizar cine internacional de calidad siempre que haya por medio una dirección competente (y también presupuesto en condiciones, todo sea dicho). Estamos ante una de las mejores películas del año pasado (si no la mejor) que puede ser una de las triunfadoras en la próxima entrega de los Oscars, con permiso de Babel. Enhorabuena a Guillermo del Toro.
